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12 julio 2017

La música dio su mensaje de libertad- Diario Época

Distintos organismos musicales brindaron un emotivo concierto en el Teatro Juan de Vera. La misma fue en el marco de la celebración de la Independencia. El director fue el maestro holandés Frank Adams como invitado.

En ocasión de conmemorarse los 201 años de la Declaración de la Independencia, el Teatro Oficial “Juan de Vera” abrió sus puertas el domingo para recibir a organismos musicales de la vecina ciudad de Resistencia (Chaco), que ofrecieron un concierto especial. Para esta velada  interpretaron una obra instrumental y vocal considerada por unos, como la más grandiosa jamás compuesta y por otros, como la obra de arte más perfecta: la “Sinfonía N° 9 en Re menor Coral “Op. 125 de Ludwig van Beethoven”, estrenada en Viena en 1824 y declarada Patrimonio Cultural por la UNESCO  en el 2003.

Composición sinfónica -coral

Durante el desarrollo cada instrumento canta su propio canto, declamando, recitando, hablando, haciendo inconfundible el objeto de la emoción, adquiriendo ese tono de sublimidad que caracteriza esta gran obra beethoveniana en un contraste de alegría y dolor, no obstante diluirse el molde de la sinfonía para someterse dócilmente a un profundo drama musical en cuatro movimientos sobre los que Beethoven fue construyendo los prolegómenos de un estallido coral excepcional.

El Primer Movimiento es un mensaje de resignación ante la fuerza del destino que llega a vencerse .Tiene un marcado carácter de preparación, como una improvisación o un preludio   desarrollado en una velocidad no tan rápida pero un poco majestuoso, donde las cuerdas se insinúan tímidamente para dar paso a una verdadera explosión sonora.  El segundo, muy vivaz como un “scherzo” (broma en italiano) que pierde su carácter logrando una independencia mayor, como una fuga trepidante con sucesivos desarrollos y variaciones del mismo motivo, trasmitiendo el poder de la voluntad para conseguir que las fuerzas demoníacas obren con locura y audacia. En este movimiento es destacable la importante participación del timbal.

El tercero, muy cantado en un movimiento lento brinda una melodía intensa, profunda, convirtiéndose en una página de expresión imborrable donde se insinúan la meditación y la sumersión en el éxtasis, preparando el final a través de los motivos presentados en las dos primeras partes.

El cuarto y último movimiento es el más característico, el más lleno de fuerza, el más genial. En él Beethoven pidió ayuda a la voz humana, (la que se incluye por primera vez en una sinfonía), para lanzarse a un vuelo que no ha sido todavía superado. La unión de ambas sonoridades, la instrumental y la lírica,  se alzan triunfante, alcanzando la superación del espíritu humano. Este apoteótico final es un colosal monólogo con Dios  musicalizando la “Oda a la alegría” del poeta Friedrich Schiller, cuyas estrofas del original, fueron ordenadas por el compositor para conectar con la parte orquestal, dándole nuevo carácter. El hilo conductor: la búsqueda de la alegría espiritual dando al mundo ejemplo de cómo enfrentarse a la adversidad. El poema celebra, exige  la hermandad y la unión de todos los seres humanos a través de la alegría. Solistas y coro se reparten el texto en una enseñanza sencilla del amor que debe existir entre los seres humanos:

“¡Abrazaos, criaturas innumerables!/ ¡Que ese beso alcance al mundo entero!/ ¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada tiene que vivir un Padre amoroso//   ¡Alegría hermosa chispa de los dioses!!

El mensaje relatado hace comprender que es una composición difícil y compleja, por ello es elogiable el trabajo realizado y los esfuerzos puestos de manifiesto  por los instrumentistas de la “Orquesta Sinfónica” de Resistencia (Chaco); la de los coreutas de cinco agrupaciones  corales existentes en la localidad:  “Santa Cecilia”;  “Estable del Instituto Superior  Profesorado de Enseñanza Artística” (ISPEA);  “Polifónico”;  “Coral Les- Amis” y el “Coro de la UNNE” del Chaco, además de  los solistas vocales: Susana Caligari (Soprano), Mairin Rodriguez (Contralto),Juan Carlos Luque (Tenor) y Luciano Gray (Barítono).

Técnica y personalidad en la batuta

Frank AdamsEn la oportunidad, el concierto contó con la batuta del maestro Frank Adams brilló como director invitado. Excelente tanto en el aspecto mecánico como en el interpretativo. Su técnica y su personalidad lograron concepción interpretativa coherente y pulcritud de ejecución, a pesar de las limitaciones que ofreció la orquesta pequeña con insuficientes unidades instrumentales fundamentalmente en las cuerdas. Esta debilidad supo con maestría transformar en fortaleza.

DE LOS SOLISTAS VOCALES :

El cuarteto de voces solistas  y el Coro revelaron un responsable  trabajo de preparación previa, quedando evidenciado haber sido explorado técnica y artísticamente en calificado grado, su participación en la obra.

El Barítono  eficaz y dúctil suplió decorosamente el rol de Bajo profundo exigido por la obra, justificado por ser una  tesitura no  fácil de hallar; al Tenor le faltó volumen para lograr  brillo; la Soprano potente, flexible y clara;  la Contralto segura, versátil y limpia en la coloratura.

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Cumplió la Orquesta Sinfónica de Resistencia

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La pequeña orquesta estable de la Orquesta Sinfónica de Resistencia, Chaco, fue reforzada con instrumentistas invitados, con el propósito de lograr la envergadura exigida por la obra. Faltó fuerza dramática en las cuerdas, por la ya señalada exigua cantidad de unidades que imposibilitó compensar la progresiva importancia del grupo de las maderas y los metales. No obstante, cada instrumento cumplió sus funciones pudiendo sortear decorosamente el equilibrio entre las intensidades de color y de acentuaciones originales de una orquesta enérgica e impetuosa como demandan las obras sinfónicas beethovenianas. Destacable la actuación de los contrabajos, el oboe y el timbal.

Del coro

Las voces unidas en un ejercicio coral homófono resultó abrumadora para la sensibilidad.

Velada de gran elevación espiritual con un mensaje aleccionador  si se piensa que fue compuesto por alguien esclavizado por su propio cuerpo, encarcelado en una prisión de silencio, con su angustia como única y monstruosa  compañera de celda.

Fue la exposición de un trabajo serio, respetuoso y arduo de más de un centenar de actores que pusieron en evidencia sus competencias, demostrando que para lograr un objetivo solamente hace falta tener amor por el oficio, una conducción idónea y  fundamentalmente, respeto por la música. (R.T.)

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